miércoles, 2 de enero de 2013

A último momento





No quiero molestarla con esto de mi vida, o quizás sí; es que hay sonidos y silencios de quince años entre mis sueños y los suyos, entre mis dedos y su piel, entre mis palabras y sus oídos, entre, bah!, ya no importa; tampoco voy a decirle que importa el ahora, bla bla bla, cursilerías baratas.
Tengo ganas de decirle “soy yo, miráme, a punto de tocar (HOY) el futuro que ya vi en el pasado, por eso te molesto, no es por nada más, ¿decíme si no estoy loco? Es para hoy tu caricia, tu beso, tu silencio, tu desnudez. Trato de decirte que no he intentado cambiar el destino para este día. Dale, volvé a decirme que estoy loco, creo que me gusta, pero desde hace años que sé de este encuentro casual y, aunque no pensé que fuera cierto, en un rincón del corazón intuía la realidad. Estamos distintos, más grandes, estás más linda y yo más bohemio… pero nunca pude conquistar a nadie con mis palabras, no hasta hoy”
Pero eso no pasará tampoco. Ella se acerca a mí, pasa como ya lo sabía, imponente, con su remera blanca y su short rojo, tal cual la “vi”. Yo sin poder abrir la boca, viendo que todo es verdad, no puedo decirle absolutamente nada. Ella pasa, me mira de reojo, cree reconocerme y, mientras me atraganto con mis palabras, ella desvía su mirada y detiene un taxi que la llevará lejos, muy lejos.
Creo que cambié el destino. Hoy, a último momento.


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