Un día estuve a punto de morir y el miedo me paralizó, la bala que iba a matar a mi amigo se atascó en el caño y no salió. Si esa bala hubiera salido este amigo hubiera muerto primero, luego yo, pero no. Ya sé que el “hubiera” no existe, porque si vos no te hubieras ido yo no hubiera crecido, pero eso es terreno de la suposición. De haber muerto yo en aquella ocasión, nunca te hubiera conocido, ¡y vuelvo al hubiera! Es que de tantos “hubiera” inexistentes yo me creé la fantasía de tus besos, la felicidad de los hijos, la gloria del amor…
Creo que no morí en aquel pasado para conocerte y ser parte del milagro de la vida. Hoy te confieso que ayer morí, pero he renacido porque mi alma, mi cuerpo y mi espíritu se quedaron conmigo. Ahora soy otro hombre, con un pasado hermoso y un futuro incierto.
Hoy me pregunto: ¿Fuiste un "hubiera"? En esta vida solo trataré de vivir porque hay lugares hermosos fuera de nuestra comodidad.