lunes, 20 de octubre de 2025

Dijiste que no me amabas

Dijiste que no me amabas. Ya ves, con eso entendí que el amor no te surgía del corazón sino del cerebro, porque el amor verdadero no se negocia, tampoco se ruega. No me amás. Punto. 

Ese vacío es ahora una certeza que no se superará nunca, pero no por vos, sino por mí, por haber creído, por haber apostado a lo incierto. 

Dijiste que no me amabas y entendí que tu amor no era una promesa, nunca tomaste riesgos. Tu remedo de amor no se sostuvo ni siquiera un poco. 

Dijiste que no me amabas y no fue el dolor lo que me dolió, fue la crueldad de tus palabras, porque en ese maldito momento, todo lo que había visto entre los dos se esfumó, todo fue una imagen mental corroída, es evidente que esa proyección era con alguien más, ese ser diferente que habría acogido todo lo que te entregué a vos por equivocación, es decir, mi paciencia, mi tiempo, la fe en el futuro, la convicción de que, por fin, había encontrado el valor del alma; pero fui un estúpido 

Me equivoqué demasiado con vos. Creí que eras diferente y resultaste igual a todos los rostros oscuros que se deshacen a la luz y enseñan su verdadera esencia. 

No tengo excusas, yo soy el culpable por creer que podía confiar, porque mi amor era sin pecado, sin invasión. Fui honesto a rabiar y nadie lo merece. 

Dijiste que no me amabas y aprendí que tu amor no estaba donde creía, no sé si está en algún lado. 

Desperdicié mi tiempo con vos. Y hoy estoy con más años y menos esperanzas. 

Otra equivocación.

sábado, 26 de julio de 2025

I don't miss anything about you

Si tal vez quisiera besarte como lo hacía antes, cuando tenías otros labios, de seguro volverían los tormentos, tus soledades ya marchitas y el mal sabor de la última despedida. Si tal vez quisiera abrazarte, como lo hacía antes, cuando tenías otro cuerpo, de seguro volvería a sentir el peso de tu frialdad hundiéndome en el centro del planeta. Si tal vez quisiera mirarte, como lo hacía antes, cuando tenías otro rostro, de seguro volverían los destellos de luz negra desnudando todas mis imperfecciones. Si tal vez quisiera nombrarte, como lo hacía antes, cuando tenías otro nombre, de seguro volverías a ser la extraña conocida, te volverías visible en la inmensidad de este universo. Es por todo esto que no quiero ni besarte, ni abrazarte, ni mirarte. Mucho menos nombrarte, porque si existiera otra vida para mí después de que me haya ido, no quisiera volver a tenerte pegada a mi alma allende mi reposo.

Y si alguna vez te preguntas el porqué de mis palabras, debería responderte que aún recuerdo cuando me decías que yo era tu ancla, que mi inseguridad me costaría tu amor, que mis verdades eran mentiras. Y debería decir que el ancla terminaste siendo vos, que mi inseguridad tenía fundamentos en tus infidelidades comprobadas, que mis verdades eran más ciertas que tus argumentos.

No he vuelto a pronunciar tu nombre ante tu presencia, porque prefiero soportarte como un fantasma a darte entidad cuando es inevitable tu cercanía indeseada.

Te he descorporizado de mis poemas más sentidos hacia vos, he iluminado tu complemento para que me reemplaces por otro desprevenido, exorcicé tu demonio narcisista para alivianar mi vuelo, tranformé en desagrado toda tu ficticia entrega, aborrecí tus viejas cartas cargadas de falso amor, porque deduje que yo fui tu premio consuelo.

Mataste mi ilusión y tuve que resucitarla cuando dejé de ser víctima de tus abusos.

Dejé de sentirme culpable de explicar la verdad, dejé de poner mi cuerpo para que proyectes tus traumas, me di cuenta de que yo no era sino aquello que vos querías que sea, y cuando ya no actué para complacerte, me liberé.