jueves, 7 de junio de 2012

Vivir




Hola, hoy escribo desde una incipiente melancolía. Muchas veces he pensado cómo será el mundo cuando ya no esté. Ya se que muchos dirán "¡qué dramático este tipo!" (sobre todo ella, la que camina a mi lado).
He imaginado a todos sin mí, luego pensé lo que dirían: "era tan bueno", "era un idiota", "una lástima, pero hay que seguir...", "sí, no era el mejor pero...", etc, y por allí estaré, quizás, viendo todo sin poder tocarlos, decirles que quisiera estar un tiempo más con ellos... (pero bué, no me hagan caso)
Lo cierto es que hace unos días, fui a la casa de uno de mis clientes para repararle su computadora y en el medio de una necesaria charla de protocolo me contaba que él no podía salir solo de su casa y mucho menos sin bastón. Aquello se lo había escuchado el día anterior pero no le había preguntado el por qué, pero ese día me lo dijo. Resulta que al retirarme ya de su domicilio vimos pasar a un muchacho con muletas e innumerables aparatos en su reconstruida pierna... "así quedé yo" me dijo. Lo miré extrañado, deduciendo su problema de trastorno del equilibrio. "Hace unos años, estaba en la ruta del aeropuerto con mi novia montados en mi súper motocicleta cuando un auto nos chocó de atrás. Sentí cómo me arrancaban la moto y volamos por el aire para luego estrellarnos en el pavimento. No teníamos casco, nos salvamos de milagro. Pero eso no nos dejó ilesos. Los problemas continúan aún hoy."
Luego me comentó que su moto era casi única en América, por tal motivo un día llegó un doctor a la puerta de su casa con las firmes intenciones de comprarle la moto que descansaba en un taller a la espera de la plata necesaria para arreglarla, pues no funcionaba. Como mi cliente le dijo que no, que nunca se desharía de esa moto, el doctor sacó los dólares a la vista. Esa era una moto de "edición limitada"...
Ante la negativa, éste doctor le confesó sus motivos: Era su último deseo antes de morir...
Tenía un cáncer avanzado y no quería morir sin hacer el último viaje de su vida arriba de esa maravilla de moto.
Lo logró, logró comprar la moto y luego de gastar más dólares en el arreglo ya estaba listo para partir. El paso de Sico vio pasar a este hombre. Chile era su destino.
A su regreso a Salta fue a visitar a mi cliente para mostrarle las miles de fotos que se sacó con esa joya, los momentos inolvidables que vivió, los hermosos paisajes que recorrió... Fue una experiencia sin igual; para el que viajó y para el que se quedó aquí.
Siete días después el doctor murió. Pero lo hizo con la alegría de haber podido concretar su sueño.
¿Acaso no podemos nosotros hacer lo mismo? Y no me refiero a comprar cosas para ser feliz, sino aprender de este ejemplo para las otras cosas, las del corazón
Decíle a tu pareja que la amás, agarrá a tus niños y dale millones de besos hasta que te digan que los dejes tranquilos, escribí una carta de amor, compone la canción más bonita del mundo, sé fiel a tu corazón, haz algo por alguien, sonríe solo por sonreír, no te pongas triste por nada... nada vale más la pena que morir habiendo vivido. Ah! y no te olvides de Dios nunca.
No se si soy bueno con los consejos pero aquel día yo lo asimilé. Ahora te toca a vos...

2 comentarios:

Lapislazuli dijo...

Hola diego, muy buen post, he recordado los deseos siempre cumplidos de mis seres queridos antes de partir al viaje final
Un abrazo

Diego dijo...

Hola L. Que lindo que los sueños hayan sido cumplidos. Ahora nos toca a nosotros.
Abrazo grande!!